Los chinos también ejercieron una tremenda influencia en el desarrollo de la cultura filipina. Miles de ellos emigraron a las Filipinas como pacíficos comerciantes y mercaderes, luego de la invasión de Manchuria a su tierra natal, ocurrida en el siglo XII. Los chinos habían mantenido relaciones comerciales con el pueblo filipino durante más de 400 años, y fueron fácilmente asimilados por la otra cultura.

En la primera parte del siglo XVI los conquistadores españoles invadieron las filipinas. "El primer extranjero famoso que se enfrentó a los palos filipinos fue Magallanes. Según la historia filipina Magallanes era un pirata: incendió sus hogares e intento esclavizar a los pobladores como parte de la gran conquista española. En la pequeña isla de Mactán, en lo que actualmente es la provincia de Cebú varios cientos de millas al Sur de Manila, Magallanes fué finalmente detenido en su avance por el feroz jefe Lapu Lapu y sus hombres.

Pueblerinos vestidos con ropa de algodón empujaron en lucha hacia la costa a los españoles que portaban armaduras. Combatieron contra el mejor acero de España con armas hechas de palmera, lanzas caseras y palos con puntas endurecidas al fuego. Magallanes murió allí y una estatua de Lapu Lapu, erigida en Mactán, acredita al jefe como ejecutor  de su muerte".

Los antiguos filipinos que hicieron un arte de la lucha con bastón lo preferían a la hoja de acero. En lugar de un tajo abierto, el bastón dejaba huesos rotos. La punta activa de un bastón puede  superar varias veces la velocidad de la mano vacía y carece de sensibilidad respecto de si golpea el hueso duro o la carne blanda.
Poco sorprendente entonces que fueran tan temidos los bastones mortíferos, rápidos e inalcanzables de los filipinos. Sus giros elípticos ,sus cambios de dirección, sus ángulos fluctuantes y su constante movimiento hicieron que los filipinos fueran muy ásperos de tratar. "Fue el arte salvaje de una tierra salvaje", cultivada a lo largo de más de mil años de derramamiento de sangre que aún hoy continúan.