Si un solo juramentado musulmán era capaz de causar terror, un puñado de ellos enviados a un campamento militar, creaba un completo caos. Sin embargo, no era solo su fervor religioso lo que los hacía tan efectivos en sus ataques. El arte que estaba detrás de sus armas de acero era el "Kali", la más antigua forma de combate de las islas y madre de la esgrima. Más antiguo que la esgrima, el Kali proviene de la palabra kalis que implica hoja de acero y se remonta a una época anterior a los chinos de la dinastía Ming que se infiltraron en las islas. El Kali,  también un arte del palo, a manos limpias o multiarma, defendió  los isleños durante siglos, antes de las invasiones de los españoles.
Si los musulmanes fueron alguna vez vencidos es materia de debate. En guerras que culminaron con la actividad del general John J. Pershing, muchos miles de musulmanes, hombres, mujeres y niños, fueron asesinados por los fusiles y morteros americanos. Excepto por incidentes ocasionales, las irrupciones musulmanas cesaron, pero todavía hoy el pueblo mantiene tanto su religión como su orgullosa independencia.
Un poco después del dominio americano, las Filipinas se convirtieron en una federación. Luego estalló la segunda guerra mundial. Repentinamente el pueblo filipino se encontró luchando con palos, espadas y rifles contra los japoneses. La intervención norteamericana fue bien acogida esta vez y los filipinos se alistaron ansiosamente en las fuerzas de los Estados Unidos.
Los jóvenes filipinos enrolados se sintieron prontamente desilusionados. A la inimitable manera del servicio militar, se les exigió adecuarse a los métodos de combate cuerpo a cuerpo de las fuerzas armadas. Cuando finalmente se les brindó la oportunidad de demostrar sus artes nativas, la orden fue cancelada. Su demostración implicaba superar a los instructores de defensa personal con bayoneta, haciendo uso de  cuchillos "Bolo" (machetes) de hoja larga y palos.