El gobierno español fue seguido por el dominio norteamericano a principios del 1900. Después de nuevos conflictos civiles, el pueblo filipino cayó en una renuente aceptación del gobierno extranjero. Habían luchado durante siglos contra extranjeros provenientes de muchas tierras y llegaron a la conclusión de que cualquier forma de resistencia dejaba solo otra brecha abierta. La mayoría de los filipinos depusieron sus armas y gozaron de un corto período de paz. Todos, excepto los moros.
Debe recordarse que la conquista española tuvo también carácter religioso, inclinada a imponer el dominio de la iglesia católica romana. Aparte de la mayoría del pueblo filipino que aceptó la religión católica, los moros del sur mantuvieron su soberanía y preservaron su cultura y su credo, hasta el final del régimen español. Ellos eran musulmanes y se oponían a la forma de cristianismo católico-romana con fogosos derramamientos de sangre.
Los avasallantes musulmanes eran todo odio, con sus capas puestas, montados a caballo, blandiendo sus mortíferas hojas de acero. El ruido de los cascos de sus caballos y sus veloces embarcaciones aterrorizaban por igual a filipinos y españoles.
Con el movimiento del dominio americano, los moros continuaron oponiéndose a los extranjeros en su suelo nativo . Bajo el fuego de los armamentos de los Estados Unidos, se transformaron en guerreros fanáticos. "Juramentado!" fue el nuevo grito que quería significar que los musulmanes, sedientos de sangre, estaban locos de ira. Poseído por el fervor religioso, un solo musulman era capaz de transitar por la calle principal de un pueblo en trance, espada en mano, matando todo cuanto saliera a su paso. Cada cristiano que el matara le aseguraba supuestamente un lugar en el cielo. A menudo usaban una banda roja sobre sus cabezas afeitadas, que significaba que no cesarían de matar hasta que ellos mismos fueran muertos. Una tarea nada fácil, por cierto. Una fuente histórica señala que un capitán americano se detuvo ante un musulman juramentado y vació la carga de su pistola calibre 38 en él. El musulmán decapitó al cristiano antes de morir. Según el relato, aquel incidente activó a los hombres de servicio americanos para requerir un arma con más poder de detención y como resultado de ello se diseñó la pistola de calibre 45.