Finalmente ocurrió que algunos de esos hijos los descubrieron. Jóvenes fuertes, nacidos de fogosa sangre malaya, fueron atrapados por el encanto y la excitación de las relampagueantes armas. De una manera que solo sus padres podían entender exigieron lo que les pertenecía por derecho. Fue así que el arte volvió a florecer una vez más. Los esgrimistas dicen ahora que la mayoría de los filipinos poseen por lo menos un conocimiento rudimentario del Kali o de esgrima. Los viejos "Maestros" que se han probado en el combate son reverenciados y tratados con el más absoluto respeto. Se dice que la esgrima ha muerto en las filipinas. Los probados luchadores, los más aventureros han desaparecido ya. Si lo que dicen es cierto, entonces América es el nuevo hogar del esgrimista o practicante de Kali, de las antiguas, salvajes y sofisticadas artes del pueblo filipino.
El conocimiento de las artes filipinas que nosotros poseemos lo debemos a esos primitivos esgrimistas y practicantes de Kali que estuvieron deseosos de transmitir su arte a la generación más jóven.