La historia de cualquier arte de lucha es el reflejo de la sociedad y la cultura en la cual se formó. Las artes filipinas no escapan a esta regla. Por ello, con el fin de desarrollar una mejor comprensión de este arte marcial único, debemos remitirnos a parte de la historia del pueblo filipino.



A pesar de las décadas dedicadas a la investigación y al estudio, los historiados y los antropólogos no han logrado resolver el misterio migratorio de la sociedad multiracial que se ha desarrollado durante miles de años. Una teoría sostiene que los antiguos filipinos vinieron de la India y de Persia y elaboraron su camino descendente a través de islas de Indonesia hasta llegar a las Filipinas.


Otra teoría supone que los habitantes primitivos emigraron del antiguo Egipto en botes de junco.
Empero, unas de las teorías mas interesantes rivaliza con las demás proclamando que la hermosa cadena de islas irregularmente extendida fue una vez parte del continente asiático. Los antropólogos pertenecientes a esta escuela de pensamiento sostienen que una primitiva tribu de pigmeos, llamada Negritos, se trasladó hacia el Oeste en busca de alimentos y aves de caza y se estableció en las filipinas, antes de que el Océano Pacífico se tragara el cordón umbilical de tierra que unía las islas al continente.
El siguiente grupo humano que se afincó en esa tierra montañosa rica en vegetación se llamó proto-malayo. Su origen aún no ha sido esclarecido pero sus rasgos lo señalan como ligado a la raza amarilla. Su preferencia por la vida en la montaña parece agregar crédito a esa creencia.


Los altos y robustos indonesios amantes del mar fueron, según se supone, el siguiente grupo humano que se estableció en esas tierras y se los considera los primeros que llegaron por barco. Precursores de varias tribus de la Polinesia los indonesios fueron intrépidos que tomaron esposas y se mezclaron con las culturas anteriormente establecidas.
Los siguientes inmigrantes fueron también indonesios, pero eran más bajos y de piel más oscura que el grupo indonesio que les precediera. También ellos se mezclaron y se dedicaron a los trabajos de granja y a la pezca para subsistir.
Alrededor del siglo V comenzó a constituirse uno de los primeros grandes imperios asiáticos. Un grupo llamado los Brahins llegó desde la India a Sumatra y creó el famoso imperio indo-malayo de Sri Vishaya. Ellos conquistaron y colonizaron muchas tierras y su fama y su influencia trascendió a toda Asia y se expandió por el Pacífico.



Después de colonizar Borneo el Imperio de Sri Vishaya invadió las Filipinas. Su armamento y organización superiores les permitió conquistar a los primeros filipinos y muchos de ellos huyeron hacia islas mas distantes. Otros penetraron las montañas y los bosques para escapar de los invasores. No obstante muchos de ellos se quedaron, trabaron amistad con sus nuevos gobernantes y eventualemente las dos culturas se unieron.
El imperio Sri Vishaya produjo un gran impacto en el desarrollo de la cultura filipina. Además de ser diestros guerreros, granjeros y hombres de mar, ellos llevaron a las islas una civilización más avanzada, introduciendo nuevas leyes, el calendario, un alfabeto escrito, una nueva religión y el uso de pesas y medidas. La gente de Sri Vishaya se convirtió en el pueblo Visayano de la zona central de las Filipinas.
Otro gran imperio se formó en Java alrededor del siglo XII y se llamó Madjapahit. Influída por los misioneros árabes que estaban expandiendo la fe musulmana y que lo conquistaron a fines del siglo XV, el imperio Madjapahit avasalló al imperio de Sri Vishaya y propagó la religión musulmana en las Filipinas. Su gente se estableció mas densamente en la región meridional de las islas y se hizo conocer como el grupo de los moro-filipinos. Extremadamente independientes y orgullosos, aún subsisten como una cultura diferente.


Los chinos también ejercieron una tremenda influencia en el desarrollo de la cultura filipina. Miles de ellos emigraron a las Filipinas como pacíficos comerciantes y mercaderes, luego de la invasión de Manchuria a su tierra natal, ocurrida en el siglo XII. Los chinos habían mantenido relaciones comerciales con el pueblo filipino durante más de 400 años, y fueron fácilmente asimilados por la otra cultura.

En la primera parte del siglo XVI los conquistadores españoles invadieron las filipinas. "El primer extranjero famoso que se enfrentó a los palos filipinos fue Magallanes. Según la historia filipina Magallanes era un pirata: incendió sus hogares e intento esclavizar a los pobladores como parte de la gran conquista española. En la pequeña isla de Mactán, en lo que actualmente es la provincia de Cebú varios cientos de millas al Sur de Manila, Magallanes fué finalmente detenido en su avance por el feroz jefe Lapu Lapu y sus hombres.

Pueblerinos vestidos con ropa de algodón empujaron en lucha hacia la costa a los españoles que portaban armaduras. Combatieron contra el mejor acero de España con armas hechas de palmera, lanzas caseras y palos con puntas endurecidas al fuego. Magallanes murió allí y una estatua de Lapu Lapu, erigida en Mactán, acredita al jefe como ejecutor  de su muerte".

Los antiguos filipinos que hicieron un arte de la lucha con bastón lo preferían a la hoja de acero. En lugar de un tajo abierto, el bastón dejaba huesos rotos. La punta activa de un bastón puede  superar varias veces la velocidad de la mano vacía y carece de sensibilidad respecto de si golpea el hueso duro o la carne blanda.
Poco sorprendente entonces que fueran tan temidos los bastones mortíferos, rápidos e inalcanzables de los filipinos. Sus giros elípticos ,sus cambios de dirección, sus ángulos fluctuantes y su constante movimiento hicieron que los filipinos fueran muy ásperos de tratar. "Fue el arte salvaje de una tierra salvaje", cultivada a lo largo de más de mil años de derramamiento de sangre que aún hoy continúan. 


El encuentro con Magallanes fue sólo el comienzo de 400 años de lucha. Sus hombres zarparon hacia España sin él, pero regresaron más tarde. Los filipinos quedaron impresionados con el sistema de lucha del sable y la daga de los españoles, lo imitaron y pronto descubrieron los puntos débiles de ese estilo. Su nuevo método que empleaba un palo largo y uno corto tomó el nombre español de Espada y Daga.
Los filipinos constituían un pueblo de gente inteligente. A medida que llegaban más invasores, sus estilos de lucha eran estudiados por los isleños, quienes desarrollaban a su vez nuevos estilos y métodos de lucha para combatirlos. Algunos de esos métodos tomaron nombres que describían sus propias tácticas, como "repetición" (ataques repetidos), "retirada" (estilo de retirada o retroceso), "largo mano" (mano larga) o "abanico". Otros tomaron los nombres de sus creadores como "Toledo" o "Bergonia". Algunos fueron designados según el nombre de los lugares según donde se desarrollaron: "Bohol" y "Pangasinan" fueron dos de ellos e incluso algunos como "Etaliano", se denominaron de acuerdo con el nombre del enemigo. Existen probablemente más de cien estilos en las artes marciales filipinas pero pueden dividirse en tres grupos principales: los estilos septentrionales, los meridionales y los centrales. Es un error corriente creer que las Artes Marciales Filipinas consisten sólo en un arte de sable, bastón o daga. Es mas bien un sistema completo de defensa personal a manos limpias que emplea sables, varios tipos de palos, varas, bastones, lanzas, cuchillos y armas proyectiles. Incluye otros objetos como caña, periódico, silla, abanico y otras armas manuales.
Hay un incontable número de estilos dentro de las artes filipinas, pero todos ellos tienen un común denominador que les proporciona mayor adaptabilidad que la que poseen la mayoría de las Artes Marciales de la actualidad. Sus principios de combate se basan en un modelo de ángulos en los cuales deben caer todos los ataques , no importa de que estilo o arma se trate. Una vez comprendidos los ángulos de ataque, se conocen todos los estilos de lucha y solo es necesario efectuar ajustes respecto de particularidades de los trabajos de pies o características de los golpes. Un arma liviana, por ejemplo, puede cambiar de ángulo varias veces en medio de un golpe simple y sin embargo se requiere muy poco para desviarlo. Un arma más pesada debe completar su movimiento en un ángulo único antes de regresar, de manera que necesita un único movimiento defensivo, pero ese movimiento por lo general debe desviarse del camino.
Todo esto proviene de un arte antiguo, primitivo pero sofisticado. Con esta clase de enfoque los filipinos llegaron a poseer un conocimiento propio de la esgrima española que ignoraban por completo como tal. No es extraño entonces que ocasionaran a los españoles tantos problemas.
Cuando los españoles regresaron lo hicieron con refuerzos y armas de fuego. Aún cuando los filipinos entendían el combate a manos limpias e incluso con el palo y con armas de hoja cortante, tuvieron muy poca posibilidad de luchar contra las piezas de artillería española y sus avanzadas técnicas de conquista.
Los isleños mismos rara vez cruzaban las fronteras de sus propios territorios y a menudo libraban batallas civiles con regiones vecinas.


Las poderosas fuerzas españolas descubrieron esta debilidad y se lanzaron a la conquista de cada pequeña área como si se tratara de naciones independientes.
Por medio de esas tácticas usaron a la gente de una región para dominar las insurrecciones en otra, provocando enfrentamientos de destreza de luchas entre los propios filipinos. Fue así que el pueblo filipino se conquistó así mismo y muchos elementos de la lengua, las artes y la religión españolas fueron asimilados por su cultura. Una vez que estuvo asegurado el dominio español, las artes marciales filipinas fueron proscriptas. La esgrima no era precisamente algo que los españoles estuvieran dispuestos a permitir que el pueblo conquistado practicase.
La esgrima se transformó entonces en un arte clandestino, oculto a los ojos españoles. Mientras tanto los nobles españoles vestidos con encaje y acero, desarrollaban un nuevo interés en torno de algunas extrañas danzas isleñas. En una danza particular, los ejecutantes usaban muñequeras decoradas, hechas de cuero, para realzar sus manos. Esto se convirtió en la danza favorita de los españoles quienes designaron bailarines para que la ejecutaran en funciones especiales e incluso como entretenimiento en España misma. Ellos se divertían con los pueblerinos que danzaban vestidos con sus trajes isleños, haciendo girar sus manos extendidas al ritmo de los tambores nativos. Los propios filipinos deben haberse divertido también. Las danzas nativas empleaban muchos movimientos combativos del kali. Esa era la manera en que ellos practicaban y preservaban sus proscriptas Artes Marciales, frente a las mismas narices de los españoles. Los dibujos ornamentales trazados en sus cuerpos preservaron a su vez el alfabeto después que los españoles quemaran todos sus libros.

El gobierno español fue seguido por el dominio norteamericano a principios del 1900. Después de nuevos conflictos civiles, el pueblo filipino cayó en una renuente aceptación del gobierno extranjero. Habían luchado durante siglos contra extranjeros provenientes de muchas tierras y llegaron a la conclusión de que cualquier forma de resistencia dejaba solo otra brecha abierta. La mayoría de los filipinos depusieron sus armas y gozaron de un corto período de paz. Todos, excepto los moros.
Debe recordarse que la conquista española tuvo también carácter religioso, inclinada a imponer el dominio de la iglesia católica romana. Aparte de la mayoría del pueblo filipino que aceptó la religión católica, los moros del sur mantuvieron su soberanía y preservaron su cultura y su credo, hasta el final del régimen español. Ellos eran musulmanes y se oponían a la forma de cristianismo católico-romana con fogosos derramamientos de sangre.
Los avasallantes musulmanes eran todo odio, con sus capas puestas, montados a caballo, blandiendo sus mortíferas hojas de acero. El ruido de los cascos de sus caballos y sus veloces embarcaciones aterrorizaban por igual a filipinos y españoles.
Con el movimiento del dominio americano, los moros continuaron oponiéndose a los extranjeros en su suelo nativo . Bajo el fuego de los armamentos de los Estados Unidos, se transformaron en guerreros fanáticos. "Juramentado!" fue el nuevo grito que quería significar que los musulmanes, sedientos de sangre, estaban locos de ira. Poseído por el fervor religioso, un solo musulman era capaz de transitar por la calle principal de un pueblo en trance, espada en mano, matando todo cuanto saliera a su paso. Cada cristiano que el matara le aseguraba supuestamente un lugar en el cielo. A menudo usaban una banda roja sobre sus cabezas afeitadas, que significaba que no cesarían de matar hasta que ellos mismos fueran muertos. Una tarea nada fácil, por cierto. Una fuente histórica señala que un capitán americano se detuvo ante un musulman juramentado y vació la carga de su pistola calibre 38 en él. El musulmán decapitó al cristiano antes de morir. Según el relato, aquel incidente activó a los hombres de servicio americanos para requerir un arma con más poder de detención y como resultado de ello se diseñó la pistola de calibre 45.

Si un solo juramentado musulmán era capaz de causar terror, un puñado de ellos enviados a un campamento militar, creaba un completo caos. Sin embargo, no era solo su fervor religioso lo que los hacía tan efectivos en sus ataques. El arte que estaba detrás de sus armas de acero era el "Kali", la más antigua forma de combate de las islas y madre de la esgrima. Más antiguo que la esgrima, el Kali proviene de la palabra kalis que implica hoja de acero y se remonta a una época anterior a los chinos de la dinastía Ming que se infiltraron en las islas. El Kali,  también un arte del palo, a manos limpias o multiarma, defendió  los isleños durante siglos, antes de las invasiones de los españoles.
Si los musulmanes fueron alguna vez vencidos es materia de debate. En guerras que culminaron con la actividad del general John J. Pershing, muchos miles de musulmanes, hombres, mujeres y niños, fueron asesinados por los fusiles y morteros americanos. Excepto por incidentes ocasionales, las irrupciones musulmanas cesaron, pero todavía hoy el pueblo mantiene tanto su religión como su orgullosa independencia.
Un poco después del dominio americano, las Filipinas se convirtieron en una federación. Luego estalló la segunda guerra mundial. Repentinamente el pueblo filipino se encontró luchando con palos, espadas y rifles contra los japoneses. La intervención norteamericana fue bien acogida esta vez y los filipinos se alistaron ansiosamente en las fuerzas de los Estados Unidos.
Los jóvenes filipinos enrolados se sintieron prontamente desilusionados. A la inimitable manera del servicio militar, se les exigió adecuarse a los métodos de combate cuerpo a cuerpo de las fuerzas armadas. Cuando finalmente se les brindó la oportunidad de demostrar sus artes nativas, la orden fue cancelada. Su demostración implicaba superar a los instructores de defensa personal con bayoneta, haciendo uso de  cuchillos "Bolo" (machetes) de hoja larga y palos. 


De allí en adelante todos los pelotones filipinos portaron esos cuchillos y practicaron su propio arte en entrenamiento básico. Los filipinos fueron frecuentemente empleados para la lucha de guerrilla en las islas. En patrullas maniobraban a través de los matorrales en formación triángulo, con sus mejores hombres caminando al frente. El hombre que hacía punta se enfrentaba primero al enemigo, lo inutilizaba (ya fuera uno o más de uno) y seguía caminando, dejando que el hombre que estaba en la retaguardia concluyera la tarea.
Durante la guerra y después de ella, los más aventureros esgrimistas y practicantes de Kali abandonaron sus hogares y emigraron a Hawai y California. Solos en una tierra extraña trataron de agruparse y pronto se convirtieron en la principal fuente de labriegos. En Hawai fabricaron machetes para cortar la caña de azúcar y en California manejaron herramientas de mango largo, con hojas cuadradas, para cortar espárragos. Cosechando papas y limpiando los campos de malezas, los guerreros filipinos se sometieron a las labores domésticas.
Incluso los hijos conocían poco las artes de sus padres. El ruido de los palos o el tintineo del acero, antes del amanecer o muy tarde en la noche, eran una invitación para los ojos curiosos de los jovencitos; no obstante ellos siempre se mantenían alejados. Las nuevas generaciones tenían que vivir pacificamente. Sin embargo los mayores no podían olvidar las artes que los habían ayudado a sobrevivir.

Finalmente ocurrió que algunos de esos hijos los descubrieron. Jóvenes fuertes, nacidos de fogosa sangre malaya, fueron atrapados por el encanto y la excitación de las relampagueantes armas. De una manera que solo sus padres podían entender exigieron lo que les pertenecía por derecho. Fue así que el arte volvió a florecer una vez más. Los esgrimistas dicen ahora que la mayoría de los filipinos poseen por lo menos un conocimiento rudimentario del Kali o de esgrima. Los viejos "Maestros" que se han probado en el combate son reverenciados y tratados con el más absoluto respeto. Se dice que la esgrima ha muerto en las filipinas. Los probados luchadores, los más aventureros han desaparecido ya. Si lo que dicen es cierto, entonces América es el nuevo hogar del esgrimista o practicante de Kali, de las antiguas, salvajes y sofisticadas artes del pueblo filipino.
El conocimiento de las artes filipinas que nosotros poseemos lo debemos a esos primitivos esgrimistas y practicantes de Kali que estuvieron deseosos de transmitir su arte a la generación más jóven.


Hay muchos estilos de esgrima, arnis o kali y todos ellos pueden dividirse en: estilos septentrional, estilo central y estilo meridional de las Filipinas. Sin embargo, es interesante señalar que dos estudiantes provenientes del estilo Toledo, nombre que deriva del hombre llamado Santiago Toledo, pueden ser completamente diferentes en sus movimientos, acercamientos y métodos de entrenamiento.
Los estilos toman cosas prestadas el uno del otro, se expanden y contraen como el universo. Pero cada estudiante hace al estilo perfectible, individualizandolo por sí mismo.
Los instructores quitan y agregan sus propios elementos a los estilos que ellos enseñan y los alumnos, de la misma manera, pueden agregar a un estilo cosas que han sido retiradas por sus instructores.
Todos los sistemas, sin importar su país de origen, tienen su encanto, sus puntos buenos y sus puntos malos. Todos ellos permiten al practicante crecer en el aspecto físico, mental, emocional y empleando las artes marciales como medio de crecimiento. El sistema, estilo o medio que se elija para el crecimiento importa solamente si uno crece con él.